Nosotras, las mujeres, cuando le buscamos un sentido a nuestra vida, o el camino del conocimiento, siempre nos identificamos con uno de los cuatro arquetipos clásicos.
La Virgen (y no hablo de sexualidad) es aquella cuya búsqueda se da a través de la independencia completa, y todo lo que aprende es fruto de su capacidad para afrontar sola los desafíos.
La Mártir descubre en el dolor, en la entrega y en el sufrimiento una manera de conocerse a sí misma.
La Santa encuentra en el amor sin límites, en la capacidad de dar sin pedir nada a cambio, la verdadera razón de su vida.
Finalmente, la Bruja busca el placer completo e ilimitado, justificando así su existencia.
Yo me identifico con las cuatro al mismo tiempo, aunque generalmente debemos escoger sólo una de estas tradiciones femeninas.